Preguntas Frecuentes

por Jack Fleming

N° 99

¿Cuál es la importancia que debe tener la tradición para los cristianos?

RESPUESTA

El creyente verdadero se guía exclusivamente por la única luz que Dios ha provisto para orientar y encausar la vida del cristiano, que es la infalible Palabra del Señor, la Biblia. Con justa razón el Señor Jesucristo definió la tradición como la palabra de los hombres, y a la Biblia como la Palabra de Dios.

En las mismas páginas de la Biblia, y en lo dicho personalmente por el Señor, se prueba la imperfección y falta de credibilidad que merece la tradición de los hombres, aun aquella que tuvo su origen en sus propios discípulos que fueron contemporáneos al Señor. Dice en Jn.21: 21 en adelante, cuando Pedro, antes que el Señor volviera al cielo le preguntó sobre Juan : "cuando Pedro vio a Juan, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? Jesús dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?".

¿Nos damos cuenta que no podemos confiar en las tradiciones? ni aun aquellas divulgadas por los propios discípulos que fueron contemporáneos del Señor. Dios es muy claro en la Biblia para pronunciarse sobre la tradición de los hombres:

Mr. 7: 5-8 "Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas? Respondiendo Jesús, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres".

Col. 2: 8 "Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo".

(Pablo) Gál. 1:14 "en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos de mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres" Y todo eso que le enorgullecía en el judaísmo, incluyendo sus tradiciones, dice en Filp. 3: 8 que una vez que aceptó a Cristo, todo eso lo consideró como "basura".

El Señor calificó de "hipócritas" a aquellos que desean aferrarse a la tradición de los hombres, para justificar creencias y prácticas que no aparecen en la Biblia, porque la tradición de los hombres, por ser de origen humano, está sujeta a errores e invenciones producto de la imaginación, leyendas y supersticiones. Por este motivo el Señor calificó muy apropiadamente: "La tradición de los hombres" de origen humano, y a la Biblia como la Palabra de Dios, porque es de origen divina.

En Col.2: 8 Dios nos advierte sobre el peligro de la tradición de los hombres que nos puede conducir al engaño por medio de las artimañas que emplea, que son: la filosofía, las huecas sutilezas, el raciocinio humano, la imaginación, la superstición, el sofismo y otras sutilezas que la Palabra de Dios las llama "huecas", sin valor, no tienen solidez, porque son obra de hombres y no de Dios.

A diferencia de esto tenemos la Palabra de Dios, de la cual Cristo dijo: "el cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán". Lo único confiable y seguro es la Palabra del Señor, todo dogma, creencia o postulado de fe que no descanse en la infalible Palabra de Dios, es obra de hombres y sería semejante a estar construyendo sobre la arena, como lo hizo el necio que nos relata el Señor en Mt. 7: 26 porque puede estar confiando en invenciones de hombres, fábulas humanas que Satanás y sus agentes pueden elaborar para engañar a los que buscan la verdad y alejarlos del camino de Dios.

Cuando escasea la Palabra de Dios, es que las fábulas, visiones e imaginación de hombres que son producto de la superstición humana, pueden hallar un terreno fértil. La tradición de los hombres es una herramienta muy eficaz para aquellos que perturban y quieren pervertir el evangelio de Jesucristo. Por esta razón nos advierte Pablo en Gál. 1: 6 "Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema".

Es verdad que muchas tradiciones de hombres han perdurado a través del tiempo, pero su antigüedad no es señal de autoridad. Dios nos exhorta en Su Palabra a no creer nada que esté fuera del evangelio de la gracia de Jesucristo, ni a un apóstol, sea Pedro o cualquier otro, menos a un impostor o un supuesto mensajero del cielo, porque Satanás tiene poder para disfrazarse como ángel de luz (2Cor.11: 14). No dice que Satanás "puede", sino que dice "se disfraza", al igual que sus ministros; no consiste en una posibilidad, sino de un hecho real.

Por este motivo no debemos dar credibilidad a ninguna de las "apariciones" que algunos dicen haber visto de algún santo o santa de la antigüedad, porque indudablemente se trata de una astucia de Satanás para desviarnos de la verdad. Dios no se vale de esos medios que él mismo ha prohibido, "la comunicación con los muertos", con los que han partido a la eternidad, sea al cielo o al infierno (Dt. 18: 11, Lv. 20: 27), lo que es prueba indiscutible que consiste en un engaño más del enemigo de las almas. Los romanistas hablan de apariciones de María u otros santos de la antigüedad, incluyendo parientes cercanos que han partido a la eternidad, pero los seudo evangélicos nos tienen acostumbrados con supuestas visiones del Señor o de “ángeles” que bien sabemos que no pueden ser ángeles de Dios.

Los enemigos de la Palabra de Dios, principalmente aquellos que la quemaron durante siglos, en un esfuerzo por rebajarla a un nivel humano a la misma altura de las tradiciones de los hombres, sostienen que la Biblia es una recopilación de tradiciones humanas para negar su origen divino. Eso es disminuirla a un simple libro de historia escrita por hombres; pero los cristianos tenemos la absoluta certeza que ella no solamente contiene la Palabra de Dios, sino que ES la Palabra de Dios, aquella que perdurará aunque el cielo y la tierra pasaren, porque la Biblia es obra del Espíritu Santo y el mismo Señor durante su ministerio terrenal confirmó su autenticidad y predicó de ella. La misma Biblia reclama su autoridad divina en todas sus páginas. 2Tm.3: 16 " TODA la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia".

El apóstol Pablo, que fue el instrumento humano que Dios utilizó para escribir el 75% del Nuevo Testamento, dice en Gál.1: 2 "Yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo". Lo que escribió, no fue una recopilación de tradiciones, sino revelación directa del Señor, y no podría ser de otro modo, debido a que TODA la Escritura es inspirada por Dios, ninguna parte está sustentada en la tradición de los hombres.

Lo que deja al descubierto cual es el verdadero propósito de los enemigos de la Biblia, es cuando uno ve con que fuerza atacan y siembran la duda sobre cualquier pasaje de las Sagradas Escrituras, pero NUNCA han puesto en duda ninguna de sus tradiciones, fábulas humanas; porque todas ellas han sido inventadas por concilios de hombres para sostener sus dogmas y fantasías que no aparecen en la Biblia, y dejan bajo maldición a todo aquel que se atreviera a ponerlas en duda. Es decir, consideran totalmente lícito desconfiar de la Palabra de Dios, pero declaran "anatema, maldito" a todo aquel que no creyera o dudara de la palabra del papa o alguna de sus tradiciones. En cambio el Señor dijo : "Maldito el hombre que confía en el hombre" (Jer.17: 5). "La Escritura no puede ser quebrantada" (Jn.10: 35). "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasará" (Mt. 24: 35).

Los cristianos no estamos siguiendo tradiciones de hombres, fábulas ni leyendas del mundo, sino la infalible Palabra de Dios. Tampoco los discípulos del Señor siguieron ni predicaron sus creencias basándose en algo tan débil e inseguro como son las tradiciones de hombres, sino que predicaron la Palabra de Dios, no las palabras de hombres. Hch.18: 28 "Porque con gran vehemencia refutaban públicamente a los judíos, demostrando por las Escrituras, que Jesús era el Cristo".

Todas las enseñanzas de Jesús estuvieron siempre basadas en las Escrituras, las veces que mencionó la tradición, fue para condenarlas. Ese fue el ejemplo que nos dejó el Señor, por ejemplo en Lc.24: 27 les decía a sus discípulos en el camino a Emaús : "Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, Jesús les declaraba en todas las Escrituras, lo que de él decían".

El Señor reconoció la autoridad divina de la Biblia y nos manda escudriñarlas, en cambio todas las veces que habla en la Palabra de Dios sobre la tradición, es para advertirnos del peligro de éstas, porque no son más que enseñanzas de hombres, muchas de ellas, frutos de la superstición humana, o fueron inventadas por conveniencias para sostener creencias y prácticas que Dios no ha mandado.

Dios terminó su revelación divina al hombre, escribiendo en la última página de la Biblia su sello divino con el cual concluyó su Santo Libro con las siguientes palabras: "si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él, las plagas que están escritas en este libro". Y allí se acabó la revelación de Dios al hombre, porque lo perfecto, la Biblia, contiene todo lo que necesitamos saber.

Son los enemigos de la Biblia los que siempre están haciendo esfuerzos para desacreditarla y bajarla a un nivel humano, al mismo plano de la tradición de los hombres. Como no pueden subir la tradición a un grado divino, pretenden bajar y desprestigiar la Palabra de Dios para concederle a ambas la misma autoridad. Estos son los mismos que durante siglos, en un desprecio y odio diabólico por la Palabra del Señor, no solamente quemaron las Biblias, sino que en la llamada "Santa Inquisición" mandaron a las llamas de la hoguera a millones de fieles cristianos por el solo delito de querer obedecer al Señor de leer las Sagradas Escrituras.

No se confunda: La tradición es la palabra de los hombres y la Biblia es la Palabra de Dios. Lamentablemente también en el pueblo de Dios hay muchos que están siguiendo ciegamente tradiciones de hombres que se practican dentro de sus iglesias, sin cuestionarse jamás su origen humano y que no se encuentran en las Sagradas Escrituras. Por citar algunos ejemplos respecto al “fuego extraño” con que han rodeado la Cena del Señor:

En nuestros días no es lo dispuesto por el Señor en Su mandamiento de “la Cena”, sino que arbitrariamente la han cambiado por el “desayuno” del Señor. En la mayoría de las iglesias la realizan durante la mañana, como las misas de los católicos, porque ese horario les resulta más cómodo, sin importar que la Biblia enseña no solamente que ella es una “Cena” sino que se realizó siempre durante la noche (Jn.13:30). ¿Podría alguien creer que Dios hubiera aceptado la ofrenda del cordero pascual que debía realizarse entre la tarde y el anochecer (Lv. 23: 5), si lo hubieran realizado por la mañana, porque eso les acomodaba más?

Tampoco les parece importar que el pan que el Señor empleó como símbolo de su cuerpo fuera un pan sin levadura. Y no podría ser de otro modo, debido a que la levadura siempre ha sido símbolo del pecado, y obviamente sabemos que el cuerpo del Señor fue sin pecado (Mr.14:12, Mt.26:26).

Que la copa debe ser una sola (Mt. 26:27, 1Cor.10:16-17), pero sin embargo el hombre cree ser más sabio que el Señor o que Él se olvidó de un detalle que ellos consideran muy importante, que es más higiénico usar copas individuales, aunque el Señor dijo: “Bebed de ella todos”.

Otros que se consideran más “espirituales” utilizan cuatro o dos copas, porque el tamaño de sus congregaciones no les permite realizarla con una sola copa como ordenó en Señor. ¿No han pensado estos irreverentes que el Señor en Su sabiduría divina previó todo eso, y que si ellos no pueden celebrarla con una sola copa como fue Su mandamiento original, es simplemente porque han sobrepasado el número que el Señor tenía dispuesto para una iglesia local?

Y qué diremos de la tradición inventada en los tiempos modernos del cobro del diezmo y de “las primicias” en la iglesia; de colocar un nombre a sus iglesias locales además del nombre de sus organizaciones humanas con el cual han dividido el cuerpo de Cristo que es Su iglesia, negando con esas prácticas la verdad solemne e irrefutable de que la iglesia es un organismo vivo y no una organización humana. Los cristianos primitivos siempre se identificaban únicamente con la dirección donde se reunían.

De los títulos humanos con el cual han jerarquizado la casa de Dios que debería ser Su iglesia, con la única Cabeza que es Cristo el Señor (Col. 1:18 “él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia”) “y todos vosotros sois hermanos” (Mt.23:8).

De predicar exclusivamente el evangelio el día Domingo por la noche, aunque ese día la iglesia está llena en su inmensa mayoría de hijos de Dios que necesitan del alimento sólido y no que se les vuelva hablar del plan de salvación, porque ya son salvos (Heb. 6:1 “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios”), porque el mandamiento del Señor fue “Id y predicad el evangelio”. No abrir locales para esperar que los muertos vengan a escuchar.

La iglesia primitiva estuvo durante tres siglos reuniéndose exclusivamente en las casas y TODOS los creyentes predicaban “afuera” el evangelio, a sus amigos, familiares y a cuantos el Señor les permitiera hablar del Camino de la salvación. Eso es lo que significa “Id” (el verbo está en modo imperativo, porque es una orden) y no sentarse a esperar que los inconversos vengan, de esa manera la iglesia conquistó Europa, Asia y el Norte de África.

Las iglesias que se describen en la Biblia, ninguna de ellas se predicaban el evangelio entre ellos mismos, porque eso no tiene lógica ni es el modelo que registra en las Escrituras para una iglesia conforme a la voluntad de Dios. En ninguna parte de la Biblia se registra una reunión en la iglesia para predicar el evangelio, porque esa responsabilidad era asumida por todos los cristianos fuera de la iglesia local. Y de ese modo establecido por Dios: “añadía el Señor cada día los que habían de ser salvos” (Hch.2:47).

Y así podría continuar enumerando una larga lista de tradiciones humanas que se han añadido como “fuego extraño” en la casa de Dios. No olvidemos jamás que la tradición es la palabra de los hombres, y la Biblia es la infalible Palabra de Dios. El Señor nos ha mandado escudriñar Su Palabra y ser hacedores de ella (Stgo.1:22). Toda práctica o creencia deber ser examinada a la luz de la Biblia, si no tiene respaldo en esa Palabra de Dios, deséchela.



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