Preguntas Frecuentes

por Jack Fleming

N° 78

¿Cómo puedo saber si soy salva? ¿Se puede tener la seguridad de la salvación ahora, o tendremos que esperar llegar al más allá, después del juicio final?

RESPUESTA

Esa es la pregunta más importante que puede hacerse el ser humano, debido a su condición de eterno. Incluso nuestros cuerpos que pasarán por la muerte y volverán al polvo, Dios nos ha dicho que un día habremos de resucitar para vivir eternamente, en un lugar u otro.

El hombre se preocupa donde podrá pasar las próximas vacaciones después de un arduo año de trabajo. Vacaciones que por lo general no se extienden más allá de un par de semanas, pero no se inquieta por saber donde pasará toda la eternidad. Creo que no existe una incongruencia mayor.

Por tanto me alegro mucho por su pregunta inteligente y muy bien ubicada sobre los valores prioritarios que debemos darle al asunto de mayor importancia: ¿Cómo puedo saber donde pasaré la eternidad? ¿Puedo tener la seguridad de mi salvación ahora y saber con certeza a donde iré cuando muera?

La expresión “juicio final” es una frase acuñada por los romanistas, y que por lo general expresan con ella algo que nunca llegará. Ellos en su hablar cotidiano dicen por ejemplo: “eso va a suceder para el día del juicio final”, queriendo significar con eso que NUNCA habrá de suceder.

Como ese dicho no se encuentra en la Palabra de Dios, no me voy a remitir a eso, sino que exclusivamente a lo que la Biblia dice. Con la misma seguridad que nos afirma que los incrédulos e indiferentes a la obra redentora del Señor Jesucristo como única y suficiente fuente se salvación, ellos “ya son condenados” (no tendrán que esperar “un juicio final” para saberlo), de la misma forma los que aceptamos ese regalo de la salvación gratuita por medio de la fe, sabemos que somos salvos, porque eso es lo que Dios revela en Su Palabra, y Dios no puede mentir.

Ser cristiano implica no solamente ser discípulo de Cristo, sino que obviamente también creer todo lo que Él ha dicho. Y el Señor ha dicho: Jn.3: 18 “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado”.

¿Cómo sabemos que somos propietarios de la casa donde vivimos? No solamente por el hecho que la habitamos, porque eso puede ser circunstancial, sino porque podemos mostrar una escritura pública legalizada ante las autoridades del país, que nos menciona como propietarios de la vivienda.

De igual manera, ¿cómo podemos estar seguros de poseer la salvación eterna de nuestras almas? Porque una Escritura pública, de origen divino y que lleva el sello del Espíritu Santo y la firma hecha no con tinta, sino con la sangre de Jesucristo así lo asegura, la Biblia, la infalible Palabra de Dios.

En ella Dios nos asegura que todo aquel que ha rechazado o sido indiferente a la obra de salvación que Cristo realizó, ese “ya ha sido condenado”. No tiene que esperar otro juicio para escuchar un nuevo veredicto que lo ratifique o modifique. El juicio fue realizado por Dios sobre la cruz de Cristo, desde ese momento, todo aquel que no se ha apropiado de esa obra redentora, el Juez Justo ya ha dado su veredicto: “ha sido condenado”. Como no existe una entidad superior a Dios, no hay otra corte suprema de apelaciones a la cual recurrir.

Con la misma seguridad que la Palabra de Dios afirma quienes “ya han sido condenados”, también nos garantiza quienes “ya tienen la vida eterna”, es decir, que gozan de la seguridad de su salvación AHORA.

No solamente el texto que acabamos de considerar lo asegura (“no ES condenado”), sino que muchos otros también ratifican esta preciosa y tranquilizante verdad. Jn.3: 36 “El que cree en el Hijo TIENE vida eterna”.

Con cuanta precisión señala que TIENE la salvación, en tiempo presente, porque es ahora que comienza a disfrutar de esta preciosa realidad. No dice “tendría” porque no está condicionado a ningún otro requisito por cumplir, debido a que la obra de la salvación es un hecho consumado, Jesús así lo proclamó a gran voz desde la cruz (Jn.19:30). Tampoco dice “tendrá” en tiempo futuro, porque es algo que poseemos AHORA, pertenece al presente y se extenderá por toda una eternidad, porque lo que recibimos es “vida eterna”, para siempre. Heb.5: 9 “Vino a ser autor de eterna salvación”. Heb.9: 12 “habiendo obtenido eterna redención”.

El hombre natural siempre se hace la misma pregunta: (Hch.16: 30) “¿Qué DEBO HACER para ser salvo?”. Y la respuesta precisa y contundente que nos entrega la Biblia es una sola: NADA, porque ya todo está hecho. Nada puede hacer el hombre en su condición de muerto en delitos y pecados (Ef.2:1). Solamente debe aceptar el regalo de la salvación completa, perfecta y eterna que nos ofrece el Señor Jesucristo a través de Su sacrificio expiatorio.

La promesa del Señor Jesucristo es tan extraordinariamente perfecta y completa, como lo definen sus propias palabras de verdad y sabiduría divina: (Jn.10: 28) “Yo les doy (es un regalo de origen divino) vida eterna; y no perecerán JAMÁS, ni nadie las arrebatará de mi mano”. ¿Puede haber una promesa más maravillosa y clara que ésta? Es salvación eterna, para siempre, porque no solamente la otorga el Dios de la gloria, sino que además su cuidado depende de Él, quedamos en Su mano, no en las nuestras.

2Tm.2: 13 “Si fuéramos infieles, él permanece fiel”.
Fil. 1: 6 “estando persuadido de esto, que el comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará HASTA el día de Jesucristo”.

Incluso nos pone un sello de propiedad divina que nadie podrá borrar jamás. Ef.1: 13 “habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”. En el infierno no se encontrará ninguno que haya recibido este sello eterno e imborrable, porque es la “marca” de propiedad que nos ha puesto Dios como hijos suyos.

(Nota: Para una mayor claridad sobre esta doctrina de la salvación, recomendamos leer el capítulo 8 del “Manual Bíblico” que presentamos gratuitamente en este sitio web)

1Jn.5: 13 “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, PARA QUE SEPÁIS QUE TENÉIS (ahora) vida eterna”. El Señor ha registrado estas cosas en la Biblia, para que sepamos que ahora tenemos salvación eterna. Podemos saber y estar seguros de nuestra salvación porque Dios lo ha escrito en Su Palabra, y Su Palabra es verdad.

Esta verdad revelada con la autoridad divina en la Biblia, nos garantiza que los que hemos nacido de nuevo y aceptado al Señor Jesucristo como a nuestro único y suficiente Salvador personal, también es confirmada a través del mismo Espíritu que viene a morar en cada hijo de Dios. Rom 8:16 “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”.

Por lo cual no es una presunción humana afirmar que todo hijo de Dios es AHORA salvo y que goza de esa seguridad preciosa de que si Cristo viene hoy, o cuando nos corresponda enfrentar la muerte nos iremos con él, sino que es una revelación de Dios en Su Palabra y confirmada por el Espíritu Santo en nuestros corazones.



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